Cuánto de esto
encuadra
en el réquiem blusero
que entona mi amigo
(ése, el del sombrero).
Ya no me cabe la gaseosa light,
ni la burla que a medianoche
despega
en pelotas
(con tu cara)
para marcar territorio.
La tempestad trafica
la décimo quinta aguja,
indiscreta ella.
Y no te avivaste
(no te quisiste avivar).
Todas las aves de fuego
se chamuscaron.
La aguja escarlata
que mata
asoma
pícara.
Ahí viene.
Que venga nomás.
Bellísimo. Cada vez mejor, eh!
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