Ahí
donde los mosquitos
leen a Bram Stoker
la sequía
agria
de tu voz,
como un golpe
de vikingo,
de vikingo,
para empaparse
de sangre
tomar carrera
y existir
un rato más.
Se apresura
en pos de la jalea
un colmillazo
certero,
envidia del oso hormiguero
sueño del ninja
agobio de agosto
y cuna inquieta
de esta
soledad.