Bahía Blanca, 2 de abril de 2013.
Mi letra jugó a ser desprolija
a ausentarse de sí misma
a lastimar tu memoria,
y así me dolieron las manos
que eligieron la pared,
por sobre, verso a verso,
acariciar el papel.
Coloreaste
el libro de mis fuerzas
y de mi pierna,
fuiste mi mejor muleta
cuando no podía hacer pie.
Qué mejor regalo puede existir
que sumarme al compás de tu respiración
noche tras noche,
si cada día
que subiste sola
a la 506
se me hizo un enchastre,
y cada día que bajaste sola
de la 506,
y el viento te despeinó en la esquina
de General Paz y Chiclana,
se me hizo un abril.
Al colectivo de tu vida
entré de un salto y de un pico,
pedí permiso
y entre mimos y perdones
cursileadas y risas
busqué asiento.
Me acomodé
junto a tu corazón
con todo mi amor.
No me pienso bajar.