Bahía Blanca, 1 de abril de 2014.
Me desayuno
(a la una) tu piel tostada
con gusto a arándanos
y espuma de vainilla.
Sólo las colinas
tienen ojos para el lagarto invisible
y el torito que pudo esquivar
el hierro uno del caballito.
Fundidas
en las cortezas del atardecer,
como parte del camino,
permanecerán nuestras sombras.
Entre el superclásico seco
y el dique sin barrera
soy y seré colina
para adueñarme de nuestra era.
No necesito los miles de años de las sierras,
sólo unos pocos tantos hacia atrás
para hacerme de tu cuerpo y tu alma
unos cuantos momentos más.