sábado, 21 de mayo de 2011

Crónica de un séptimo regimiento

Bahía blanca, 22 de octubre de 2009

La luna asomaba e iluminaba los pastizales, fríos de sombra, ausentes como un buen silencio. Colores insípidos y matizados en tono sepia, bañaban las costas de una noche que hasta aquí, pasaba inadvertida.
En un sector austero del desnivel del pasto, la vida amenazaba con convertirse en señuelo, al confrontar batalla entre magníficos seres que honraban la existencia, y se descubrían como gatos en jauría, como peces en el cielo, como luciérnagas en celo.
Dos bestias supremas, eminentes y altivas se hallaban cara a cara en los ecos de la muerte, en el santiamén del mal, en el máximo rubor de la oscuridad.
Un gruñido, una recepción desafiante. Muecas de hostilidad, actitud expectante. Un zarpazo, un testamento de imágenes.
Desenvainadas las garras, el combate durará un instante. La mejor estrategia prevalecerá.
La sola visión destila sangre.
A la noche se le escapa una carcajada; el telón del desenlace está en su poder.

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